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Victor Burgin

Desde finales de los sesenta, Victor Burgin ha realizado notables aportaciones como teórico cultural y como artista de la fotografía y el vídeo digital. Durante un período de más de treinta años, su obra visual y sus escritos han reflexionado sobre las relaciones espacio-temporales.

El artista ha representado coherentemente dichas abstracciones como «interior/exterior», «aquí/allí», «ahora/después» desde la perspectiva de la vida cotidiana: por ejemplo, la afirmación del yo y la confusión del otro en gestos sociales y políticos como el sexismo, el racismo y las demás formas de discriminación y exclusión. También le interesa el amor patológico que se presenta como «antítesis» del odio psicótico. A Burgin le preocupa especialmente el espacio y tiempo situado «entre» medio de estas dualidades, que obsesiona y subvierte todo ese pensamiento binario. Ese hecho constituye el motivo de su compromiso con el psicoanálisis. Por ejemplo, se inspira en el modelo de la ensoñación para construir la dualidad espacio-tiempo de un lugar que «no es… una cuestión de perspectiva o de geometría, sino [de] la proyección de condiciones psíquicas en el mundo exterior». Al explorar este ámbito en escritos e imágenes, Burgin se ha resistido a la abstracción académica y al arte por el arte. En lugar de esencializar, aporta un gesto deconstructivo al juego de poder en el que se forman todas esas articulaciones.

En sus últimas obras de proyección de vídeo -«panoramas inconscientes», como las ha denominado el teórico de la arquitectura Anthony Vidler- Burgin narra un presente que es «un producto del sujeto pensante y sensible, opuesto a la entidad universal y estable predominante desde la Ilustración». Es el presente de un espacio concebido como una extensión del cuerpo, en palabras de Burgin «gesto más que mirada». La obra de proyección de vídeo Elective Affinities (2000-2001), que Burgin ha producido especialmente para esta exposición, se basa en la experiencia del artista del espacio del Pabellón Mies van der Rohe de Barcelona. Allí, dice Burgin, se encontró -tal como mostró esta exposición-, con el lugar y el tiempo de toda su obra, «donde se interseccionan mi mundo interno y la realidad histórica y social de la ciudad».