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Antoni Tàpies. Mira la mano

«Frente a la asepsia del papel regular e inmaculado, Tàpies opta de entrada en esta serie de dibujos por papeles de factura preferentemente artesana, donde la huella de la materia, de la mecánica y de la mano anónima que los han confeccionado se perciben en sus sutiles accidentes, y donde a menudo el tiempo ha ido depositando su efecto poniendo de relieve la naturaleza cambiante de las cosas. […] El conjunto
de treinta obras que componen la Sèrie Mira la mà (Serie Mira la mano) habla tanto de la entropía y la calidad física de lo visible, como del espíritu de la materia, todo ello en una lente cosmogónica que aúna lo de abajo y lo de arriba, lo cercano y lo que está lejos, lo conocido y lo ignoto, el ayer, el ahora y el mañana. La mano mira y palpa, la mano siente y percibe incluso lo que está fuera de su alcance inmediato. Una sinécdoque del cuerpo que va más allá de lo meramente corporal.

La mano responde al cerebro, aunque -más importante en este caso- atiende al deseo y al reflejo, a excitaciones o incitaciones varias antes de que sean asimiladas por la conciencia. […] El tacto como vehículo transmisor de sensaciones necesarias para el conocimiento. Incluso puede suceder y, de hecho sucede, que no toda la información procedente de la mano llegue a la plena conciencia. Las extremidades
superiores del cuerpo como objeto de comprobación, de reafirmación o de rechazo. La mano que indica, la mano que sondea, la mano que roza o que palpa.

Cada parte del cuerpo es espíritu, decía un maestro zen. Y, en síntesis, el zen consiste en comprender con el cuerpo. Algo lejano, en líneas generales, a la cultura occidental, tan condicionada por la dicotomía cuerpo-espíritu. […] En este sentido, la obra de Tàpies huye de la dicotomía. De ahí su frecuente discurso metonímico del cuerpo. […] El cuerpo percibe y expresa un universo que la razón, por sí sola, no alcanza a discernir.

Pero Tàpies, en esta serie concreta, nos hace mirar la mano no únicamente como instrumento activo o en potencia para ejecutar cosas extraordinarias, sino a la par como órgano digno de atención en su simplicidad, en su estar ahí nunca gratuito, en la razón de ser que confiere a la existencia, a cualquier género de existencia, no solo a la del hombre creativo. […] La mano que contribuye a revelar aspectos de la realidad a veces ni siquiera vislumbrados por los ojos. Mirar la mano, sentir la mano. La mano térmica, la mano que obra en libertad, la mano constreñida. El contacto de la mano con otros cuerpos, con el propio cuerpo. Las huellas perceptibles e imperceptibles. […] La mano capacitada que atiende o desobedece, mas siempre presta para actuar a pesar de que necesite sus momentos de pausa.

Las manos, en las obras de Tàpies, han estado y están por doquier. Con forma o amorfas. Tantas veces dejando rastros incisivos en la gruesa material de sus muros, o bien arañando levemente los soportes, o arrastrando los dedos como quien acaricia un cuerpo o se hace notar en él mientras recibe la sensación de la otra parte. […] Manos exploradoras, manos, descomedidas, humildes manos, manos de hombre y de artista. Manos que no sólo vierten en la presencia, sino que al unísono evocan – e invocan – ausencias. Manos holladas por los años y la experiencia, manos que se abren, señalan y revolotean en el torbellino de la creatividad dejando que el gesto se imponga, que nada cristalice en el camino las pulsiones que son capaces de transmitir.

Tàpies escucha lo mismo la fuerza de la materia como la del espíritu. Y a ellas se aplica por medio del uso de la mano, mediante la imagen de la mano, como ocurre en la presente serie de dibujos. […] La mano y su quehacer. La mano y sus aspiraciones conscientes e inconscientes. Las manos como instrumentos que
superan lo puramente instrumental y dan fe de vida, de capacidad, de relación, de superación. Órganos que se introducen en lo abarcable y quieren abrazar lo fugitivo pertinente, a pesar de que esto último pueda rehuir su dominio. Manos en la boca no para taparla, para acallarla, sino a fin de decir por ella en un decir más completo, más vinculado al caudal que concede forma a la experiencia.

Dar vida, merced a las facultades de la mano, a lo que se halla en letargo con nosotros y más allá de nosotros. Y aún más: un acto de correspondencia mútua con consecuencias insospechadas. [Tàpies] persigue la lucidez, la amplitud de miras. Por eso mira la mano.»

Fragmentos del texto: Aurora García, Mira la mano, en Tàpies: Mira la mà. Madrid: Galería Antonio Machón, 1998

 

PDF informativo:

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