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Tàpies. Comunicació sobre el mur

Desde sus inicios en los años cuarenta, la obra de Antoni Tàpies ha manifestado una cierta inclinación por la expresividad de determinados materiales, texturas e incluso ciertos colores de carácter muy sobrio. Pero es en los años 1954-1955 cuando este fenómeno aparece con mayor énfasis, y la voluntad matérica del artista parece magnificarse a través de las llamadas pinturas matéricas.

Estas obras presentan una clara apariencia de muro, y se caracterizan por la densidad de las texturas y por el hecho de estar pintadas con una gama de colores en la que destacan el gris, el marrón y el ocre. Con ellas, Tàpies conmocionó la creación pictórica mundial, provocando una reacción de la crítica internacional que le proyectó a los primeros puestos de los círculos vanguardistas internacionales.

Pero si bien las pinturas matéricas constituyen el aspecto más conocido de la producción de Tàpies, también es uno de los menos comprendidos. La Fundació Antoni Tàpies, en coproducción con el IVAM de Valencia, presentó la exposición Comunicació sobre el mur con el objetivo de contribuir al estudio y análisis del arte de su fundador, y sobre todo con la voluntad de hacer una revisión crítica de su etapa matérica. La muestra recogió un conjunto de ochenta obras realizadas entre 1954 y 1967. A partir de esta fecha y especialmente desde 1970, se observa una clara inclinación de sus obras hacia los objetos. Sin embargo, la noción de pintura matérica no responde a una categoría cronológica, sino a una forma de trabajar. Por este motivo se han incluido en la exposición una serie de piezas que reflejan la evolución de las pinturas matéricas hasta la producción tapiana más reciente.

La conjunción de diversos factores llevó a Tàpies a elaborar sus pinturas matéricas, sus “muros”. Por una parte, estaba la ansiedad de absorción y superación de los lenguajes artísticos existentes, especiamente los de Miró, Klee y Ernst. En segundo lugar, una coyuntura política y social dominada por el franquismo en España y por la guerra fría a nivel internacional. Paralelamente, durante estos años Tàpies se orientó hacia un trabajo de experimentación, utilizando nuevos materiales, trabajando nuevos instrumentos, jugando con el azar. La preocupación por la materia fue un fenómeno generalizado durante los años de la postguerra e influyó a un gran número de artistas de ambos lados del Atlántico. Con la toma de conciencia de la bomba atómica y los nuevos descubrimientos científicos, se desarrolló un fuerte interés hacia la ciencia y la materia, y Tàpies no se quedó al margen. Y finalmente, la propia experiencia personal y cotidiana y la psicología del artista, que le orientaba hacia una búsqueda constante, traducida en la producción de sus primeras pinturas matéricas. “Muros” cubiertos de graffiti o de grabados que contenían claras referencias surrealistas, reminiscencias autobiográficas y evidentes connotaciones subversivas.

Con esta exposición, la Fundació Antoni Tàpies presentó uno de sus proyectos más complejos desde su inauguración. La dispersión de las obras seleccionadas entre colecciones públicas y privadas de todo el mundo y las características técnicas de las mismas convirtireron esta muestra en una experiencia virtualmente irrepetible. La muestra se acompañó de un catálogo con textos de Serge Guilbaut y Manuel J. Borja-Villel. El libro, que contiene un total de ochenta y tres ilustraciones en color, constituye un excelente compendio de los orígenes y desarrollo de las pinturas matéricas de Antoni Tàpies, a la vez que representa una revisión crítica de interpretaciones anteriores.

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