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Paul Thek. El mundo maravilloso que no llegó a ser

La exposición de Paul Thek fue un reconocimiento a la obra de este artista, injustamente ignorada. Se trata de una producción plástica caracterizada por la combinación de humor y simbolismo, de crítica y sugestión, que encuentra en la creación de ambientes su medio expresivo más idóneo, pero que no desdeña la pintura ni la escultura en un sentido más estricto.

Paul Thek nació en Brooklyn, Nueva York, en 1933, en una familia de orígenes irlandeses y germánicos que le educó en la tradición católica. La dificultad de compatibilizar la fe católica y la homosexualidad, así como el desarraigo geográfico, marcaron su vida y su obra. Murió de sida en 1988, a los 54 años.

Pese a sus estancias regulares en Nueva York, Thek consideraba que la clave de la relación del hombre con el mundo estaba en el continuo vagar, y pasó gran parte de su carrera en un exilio europeo voluntario. Entre otras ciudades, vivió y trabajó en Amsterdam, Roma, París y la isla de Ponza. Este nomadismo alimentó un arte marcadamente cosmopolita.

En 1964, al volver de Europa, Thek empezó a trabajar en la serie Technological Reliquaries (Relicarios tecnológicos), que revelaría su extraordinario instinto para situar el objeto en el espacio. Se trata de unas urnas de plexiglás que contienen trozos de carne realizados en cera, de un intenso realismo. Estas piezas evolucionaron poéticamente hacia las extremidades desmembradas, enfundadas en fantásticas armaduras y contenidas en unos recipientes cada vez más sofisticados. Mientras Thek creaba sus relicarios, el minimalismo triunfaba en los círculos artísticos de Estados Unidos, y la guerra de Vietnam centraba la atención de la sociedad norteamericana.

The Tomb (La tumba), de 1967, está considerada como una obra de transición entre Technological Reliquaries y los grandes ambientes que Thek empezaría a crear a finales de los sesenta. Probablemente se trata de su pieza más conocida: una pirámide de madera pintada de un virulento rosa que contenía una efigie del propio artista, a tamaño natural, confeccionada con cera de abejas. La presencia constante del sufrimiento y la muerte en la producción de Thek entronca con su fe católica y su conocimiento profundo de la liturgia religiosa, que el artista aplicó a su obra a partir de los años setenta.

Con el tiempo, estos ambientes adquirieron mayor complejidad y sofisticación, y se cargaron de elementos recurrentes. Thek los llamaba «Procesiones», un juego de palabras referido tanto al arte entendido como proceso, como al sentido escénico y de ritual religioso que impregnaba estas instalaciones. Efectivamente, el método de trabajo de Thek se orientaba hacia un proceso en el que lo inacabado gozaba de la misma importancia que la obra acabada; por eso, el artista calificaba sus piezas de «obras en proceso».

En Amsterdam, en 1969, Paul Thek colaboró por primera vez con un grupo de amigos íntimos -bautizado por él como The Artist’s Co-op (Cooperativa del artista)-, en la realización de un ambiente que recreaba tres piezas suyas anteriores. La voluntad de trabajar en grupo, unida al deseo de enriquecer la obra, respondía al espíritu que en aquella época se respiraba por doquier. En 1971, Paul Thek creó, en colaboración con The Artist’s Coop, la obra titulada Pyramid/A Work in Progress (Pirámide/Obra en proceso). Se trata del primer ambiente integral de Thek, donde el artista lograba reinventar la totalidad del espacio en el que trabajaba. La instalación incorporaba una amalgama de objetos que respondía a los temas centrales de la producción global de Thek: el tiempo (representado por los periódicos), la metamorfosis y la muerte (las alas de mariposa y la pirámide, como monumento funerario), y la resurrección (simbolizada por los bulbos, las plantas y los huevos).

Paul Thek continuó creando hasta el momento de su muerte, en 1988, obstinándose por demostrar, mediante una obra intimista, ingenua y poética, el mundo maravilloso que no llegó a ser: «Quiero presentar una atmósfera o un ambiente tan plácido y bonito que cuando salgas te deje completamente anonadado. Yo creo que la única manera de mejorar las cosas es demostrar cómo pueden llegar a ser de buenas.»

Acompaña la exposición un catálogo exhaustivo que observa la trayectoria artística y vital de Paul Thek. El libro incluye una selección de escritos del artista (fragmentos de sus diarios y de su extensa correspondencia) y cinco ensayos de distintos autores.